miércoles, 1 de agosto de 2007

Simplemente huellas

Mientras esperamos una respuesta, simplemente mientras esperamos, pasan desapercibidas las cosas más pequeñas, y más insignificantes que existen. Que poder tiene al que nos hace depender de su respuesta para esbozar una sonrisa? Creo que el suficiente, como para suplir esa sonrisa por lagrimas.
Es difícil proponerse o convencerse de cosas ficticias cuando el otro no habla.
Mientras tanto nos vamos perdiendo mil y una pequeñas cosas que nos rodean, que seguramente sean más hermosas que las palabras que esperamos que se emitan.
¿Que tan poderoso podría sentirse aquel que posea simples palabras, de la cual depende nuestro estado de animo? En el manejo de ese poder esta la respuesta. En el tiempo.
Creo que las respuestas son generadas por nosotros, y no tanto por quien dependemos.
Si abriéramos suficiente los ojos, para ver que mil cosas importantes nos están sustentando, pero como estamos arriba de ellas, no nos damos cuenta. Voy a contar una anécdota que una persona que quiero mucho una vez me contó, con diferentes palabras, simplemente a mi modo.
Hace un tiempo, Zara solía caminar por la playa… para ahogar penas de amor, algo que no le daba mucho resultado, ya que al caer el sol, la angustia se hacia cada vez mas grande.
Alguien que seguramente no valía sus lágrimas, la había lastimado lo suficiente, como para que la sal no pueda curar las heridas… el mar solo era su compañero.
Una vez observando sus huellas, al caminar, observa a su lado otro par de huellas, que la seguían a la par. Zara sorprendida no sabia que hacer, así que se detuvo. Miró hacia el costado, y las huellas también se habían detenido. Zara se asusto, esto era algo anormal.
Exclamo -¿Quién eres?
- simplemente vine a hacerte compañía - susurro una voz encantadora
- compañía? A mi? Y a que se debe esto, dijo Zara con voz dudosa
- no me gusta ver caminar a la gente sola, y las lágrimas me angustian, así que decidí caminar contigo. Para que te sientas menos sola, y para que me cuentes que es lo que paso.
- Pero quien eres? Dijo Zara
- No importa mi nombre, importa mi motivo, estoy acá, para ayudarte.
Zara seguía anonadada, esa noche camino junto a la voz misteriosa, y le contó sus problemas.
Estas noches, al pasar los días, se iban haciendo rutina, ya no eran dos ni tres, sino que eran meses enteros, de confesiones a un ser invisible, que la acompañaba.
Zara se sentía mejor al decir las cosas, pero no se recuperaba. El esfuerzo del ser invisible se hizo en vano, cuando volvió a reaparecer el muchacho que causaba las penas en Zara.
Volvió, revivieron cosas… y volvió a hacer exactamente lo mismo, la dejo con el alma en pedazos.
Zara desesperada, corrió hacia la playa, al encuentro del ser… pero al mirar a su costado, no vio las huellas acompañándolas. Y una mezcla de sentimientos surgió en ella, de tal forma, que el odio traspaso la tristeza.
- donde estas ahora que te necesito? Me abandonas como todos los demás? Gritaba Zara
- quiero saber donde estas ahora? Porque no te puedo ver, simplemente viniste a hacerme peorlas cosas? Exclamaba sin conseguir una respuesta de la otra parte.
El silencio se adueño de la noche, pero la voz encantadora la irrumpió.
- acá estoy!
- Donde? No puedo ver tus huellas! No caminas mas a mi lado
- Acá Zara, estoy acá…cargándote. No son tus huellas las que observas! , son las mías. Intento alivianarte el peso del dolor. Aca estoy, no te preocupes puedo llevarte todo el camino.
Zara no sabia que decir. Esto bastaba para darse cuenta que valia la pena seguir caminando. Aunque no veamos las huellas a nuestro lado, siempre hay alguien sustentándonos, solo basta observar mejor.-